NoctamBully


Hace tiempo me enseñaron a relajar el cuerpo. Primero era por zonas, poco a poco, hasta que todos los músculos estaban relajados y el sueño se apoderaba de mi. Con el tiempo aprendí a hacerlo de una sola vez, desconectar el cuerpo y quedar dormido en muy pocos minutos.

Últimamente me ha venido ocurriendo lo contrario, que en medio de la noche mi cuerpo se conecta con la misma facilidad con que lo desconecto. Con ello salgo del sueño y no puedo volver a él durante media hora, una hora, a veces más. No sé porqué ocurre. Lo achaqué al exceso de café, aunque nunca me había afectado con anterioridad. Dejé de tomar café pasadas las tres de la tarde salvo días puntuales. El enigmático despertar desapareció...

Me acabo de despertar. Dos horas de sueño. No recuerdo qué, sólo sé que ha sido un buen sueño. De repente mis ojos se abren de par en par, noto mi cuerpo reactivarse, ganar temperatura, aumentar mi ritmo cardiaco.
–No, hombre, que quiero seguir durmiendo.
–Calla.
–Pero hay que dormir que quiero madru...
–¡QUE TE CALLES!
Un bully, un niñato como se decía antes de que se popularizace el nuevo término, se ha apoderado de mi vigilia. Hago lo que me decían de niño, ignorarle. Él, dueño de mi cuerpo y de mi mente se pone a hacer planes para el día siguiente.
–Podría quedar bien. De ahí sale un texto y un audio... ¡no, mejor un vídeo! Abro el OBS y preparo una escena nueva. Primero la webcam, en una esquina y con poca luz, como si fuese de noche. Lo haría sin peinarme para enfatizar esa sensación y con tono de voz medio-bajo. A la derecha el texto, verde sobre negro con el JDarkRoom, que hay que sacarle partido de vez en cuando. Y en el hueco que quede bajo la webcam... el título, en vertical y con alguna tipografía llamativa. Y se llamará... ¡NOCTAMBULLY!

Mientras Noctambully está a lo suyo, creando en un ordenador imaginario, yo me pongo a intentar volver a desconectar el cuerpo, a tratar de forzar el sueño.
–¡JA, que te lo has créido! Ahora soy yo el que manda –dice mientras levanta mi rodilla derecha. Mi pierna queda flexionada, un permanente punto de tensión. Acto seguido me mete en un sueño.

Estoy en un sofá, tumbado de lado. Sobre una pequeña mesa tengo un portátil y busco un par de escenas en concreto de una serie, sin mucha suerte. Miro mi pierna derecha. En algunos puntos se amorata. Al tocar lo amoratado sale un líquido blanco, ¿pus?, seguido de sangre. Hay un rollo de papel cerca. Limpio la sangre pero salen más zonas amoratadas, más líquido blanco, más sangre. Finalmente cesan las hemorragias. La pierna está intacta, no he sentido dolor alguno, pero el rollo de papel casi está agotado y parte de la sangre ha manchado el sofa y los cojines. Fermoso panorama.

Me despierto. En mi cabeza suena "Let me hear you scream" de Ozzy Osbourne. Me mete en otro sueño, muy breve, sin imágenes. Madison Sterling, aspirante a cantante, escribe una carta a sus familiares prometiendo suicidarse y luego mudarse a un lujoso piso en Madison Avenue, New York. Sólo cumple lo primero.

Vuelvo a despertar. Ozzy sigue gritando dentro de mi cabeza. Le doy una patada a la manta quedando destapado.
–Vaya, parece que he recuperado el control, o al menos parte de él.
Caigo en la cuenta de que la pierna flexionada y la del sangriento sueño son la misma. Pienso qué hacer, si levantarme y tomar un poco de agua serviría de algo. No lo hago. En su lugar me quedo pensando nuevamente en de que lado está mi subsconciente. Lo tenía por aliado, pero me acaba de hacer pasar un muy mal rato. ¿Por qué no podía ofrecerme un sueño como el de la noche anterior? Uno profundo... y porno. Muy profundo y muy porno.
En mi cabeza Ozzy termina su canción. En su lugar empieza a sonar "Serenity" de Charon. Del Noctambully no sé nada más, ya no parece estar aquí. No me importa. Un sueño agradable me está llamando. No le hago esperar.


Audiovisual, texto e imagen de Álex Ruiz

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